La judería de Palma, un legado histórico escondido en el centro de la ciudad
Pasear por las calles de Palma es rememorar la historia, un pasado que ha servido para construir un presente donde se entremezclan las diferentes culturas que habitaron la ciudad.
Entre estas culturas, la comunidad judía dejó un gran legado todavía hoy puede percibirse en la estructura de callejuelas comerciales y en algunos comercios artesanales que mantienen viva la huella medieval.
De hecho, el legado judío de Palma es uno de los mejores del país, tal como recoge la Red de Juderías de España Caminos de Sefarad: “En ninguna ciudad española el legado judío ha conseguido mantenerse a través de los siglos como en Palma”.
Durante la época musulmana, los judíos vivieron en el interior de la ciudadela, acotada por muros, donde hoy se encuentran el palacio de la Almudaina y la biblioteca March.
Más tarde, en el primer tercio del siglo XIII, aparecen las primeras menciones al call menor, la judería menor, que estaría ubicada en las cercanías de la carrer de Colom. Hoy en día, sin embargo, no quedan nada más que menciones y callejuelas estrechas en las que es fácil imaginar cómo se vivía aquí en la Edad Media. Lo que sí es visible son algunas construcciones que fueron habitadas posteriormente por los descendientes de los judíos, los xuetes o chuetas, como la casa con patio gótico de la calle de Les Monges.
Además, en las inmediaciones del call, el Parlament de les Illes Balears se asienta sobre el antiguo convento de Santo Domingo que a su vez ocupó el espacio de algunas casas judías de la Almudaina dels Jueus.
Por su parte, el call mayor de Palma surgió a finales del siglo XIII cerca de la actual plaza de Santa Eulàlia. Poco después se convirtió en el lugar de residencia obligatorio para todos los habitantes hebreos de la ciudad. Según referencias documentales, en su interior existieron tres sinagogas, la Nueva, la Tercera y la Mayor, actual iglesia de Montesión. En las cercanías se encuentra la escultura dedicada al cartógrafo y navegante Jafudà Cresques, autor del Atlas Catalán, expuesto hoy en la Biblioteca Nacional de París.
Al igual que en la Península, la vida para los judíos no fue fácil en Palma. En el siglo XIV, muchos de ellos huyeron o se convirtieron al cristianismo; una decisión que se hizo obligatoria a partir de 1435.
Apellidos tradicionales mallorquines como Fortesa, Pinya, Aguiló, Pomar o Miró son parte del legado hebreo y esta huella también existe en lugares como la Almudaina, Porto Pí (donde se ubicó su cementerio) e incluso en la Catedral, donde se hallan los Rimonim de la Torá.
Entre estas culturas, la comunidad judía dejó un gran legado todavía hoy puede percibirse en la estructura de callejuelas comerciales y en algunos comercios artesanales que mantienen viva la huella medieval.
De hecho, el legado judío de Palma es uno de los mejores del país, tal como recoge la Red de Juderías de España Caminos de Sefarad: “En ninguna ciudad española el legado judío ha conseguido mantenerse a través de los siglos como en Palma”.
Durante la época musulmana, los judíos vivieron en el interior de la ciudadela, acotada por muros, donde hoy se encuentran el palacio de la Almudaina y la biblioteca March.
Más tarde, en el primer tercio del siglo XIII, aparecen las primeras menciones al call menor, la judería menor, que estaría ubicada en las cercanías de la carrer de Colom. Hoy en día, sin embargo, no quedan nada más que menciones y callejuelas estrechas en las que es fácil imaginar cómo se vivía aquí en la Edad Media. Lo que sí es visible son algunas construcciones que fueron habitadas posteriormente por los descendientes de los judíos, los xuetes o chuetas, como la casa con patio gótico de la calle de Les Monges.
Además, en las inmediaciones del call, el Parlament de les Illes Balears se asienta sobre el antiguo convento de Santo Domingo que a su vez ocupó el espacio de algunas casas judías de la Almudaina dels Jueus.
Por su parte, el call mayor de Palma surgió a finales del siglo XIII cerca de la actual plaza de Santa Eulàlia. Poco después se convirtió en el lugar de residencia obligatorio para todos los habitantes hebreos de la ciudad. Según referencias documentales, en su interior existieron tres sinagogas, la Nueva, la Tercera y la Mayor, actual iglesia de Montesión. En las cercanías se encuentra la escultura dedicada al cartógrafo y navegante Jafudà Cresques, autor del Atlas Catalán, expuesto hoy en la Biblioteca Nacional de París.
Al igual que en la Península, la vida para los judíos no fue fácil en Palma. En el siglo XIV, muchos de ellos huyeron o se convirtieron al cristianismo; una decisión que se hizo obligatoria a partir de 1435.
Apellidos tradicionales mallorquines como Fortesa, Pinya, Aguiló, Pomar o Miró son parte del legado hebreo y esta huella también existe en lugares como la Almudaina, Porto Pí (donde se ubicó su cementerio) e incluso en la Catedral, donde se hallan los Rimonim de la Torá.